Los dominicanos que residen en el extranjero representan una de las comunidades emigrantes más anhelantes de regresar a su patria. En Estados Unidos, la diáspora dominicana supera los 2.4 millones, aunque alrededor del 50% de ellos no nació en ese país. Solo en Nueva York, se concentra el 47% de esta población, mientras que en Rhode Island son el grupo de inmigrantes hispanos más numeroso. Juntos, contribuyen con más del 8.1% del PIB dominicano, según datos de la CEPAL, y enviaron más de 10 mil millones de dólares en divisas en 2023. Cada semana o mes, envían lo que pueden a sus familiares y amigos en la República Dominicana, quienes llevarían vidas muy distintas sin ese apoyo. Detrás de esos pequeños y frecuentes envíos de dinero, se encuentra toda una vida de trabajo y una profunda nostalgia.
Uno de los desafíos que enfrentan los dominicanos en el extranjero es el alto costo de enviar remesas. Además, muchos han sido víctimas de estafas al intentar invertir o comprar propiedades en su país. Actualmente, se discute la posibilidad de establecer oficinas públicas en las ciudades donde residen, aunque estas propuestas parecen alejarse de los servicios realmente necesarios para mejorar su calidad de vida o maximizar el uso del dinero que ahorran o envían. Sería más efectivo que estos esfuerzos públicos, junto con iniciativas privadas, se enfocaran en crear programas que atiendan sus necesidades y generen nuevas oportunidades de ingresos.
Existen numerosos ejemplos en otros países, que incluyen desde capital de riesgo para la inversión de la diáspora, incentivos y asistencia técnica para emprender o invertir, hasta plataformas en línea adaptadas a sus necesidades y capacidad de pago, orientadas a la inversión en sectores estratégicos. Con las nuevas tecnologías, hay mucho potencial para innovar.
Es importante destacar que la diáspora dominicana también cuenta con profesionales en diversas áreas que podrían aportar significativamente al desarrollo del país. Deberían implementarse programas que incentiven su retorno y les brinden la oportunidad de aplicar sus conocimientos y experiencia en beneficio de la República Dominicana, ya sea trabajando para empresas locales o desarrollando sus propios proyectos.
El fuerte vínculo que une a los emigrantes dominicanos con su país, y que sostiene en parte la economía nacional, también debe retribuirles. Sus nostalgias forman parte del abrazo con el que se les recibe; debemos apoyarlos para que puedan cumplir sus sueños, ya sea permaneciendo en el extranjero o regresando finalmente a recuperar las mañanas perdidas que aún los esperan.