Santiago de los Caballeros: Dominados por la anarquía y el caos

Yohanny González Morel

En el corazón de Santiago de los Caballeros, específicamente en el barrio de Pueblo Nuevo, debajo del puente de la avenida 27 de Febrero, se desarrolla cada fin de semana una escena caótica y peligrosa que vulnera la paz y seguridad de los ciudadanos que transitan por esa zona. Especialmente los domingos al caer la noche, más de mil motoristas se concentran en un reducido espacio, realizando malabares y piruetas entre los vehículos y personas que circulan por la vía pública. Como resultado, esta situación, que ya de por sí es alarmante, es solo una tragedia esperando a suceder.

En primer lugar, la masiva concentración de motoristas en este punto neurálgico de la ciudad es un problema que no puede ser ignorado por las autoridades. Las calles, diseñadas para un tránsito ordenado, se han convertido en un verdadero caos, donde las normas de tránsito son sistemáticamente violadas por individuos que, en muchos casos, ni siquiera cuentan con la documentación necesaria para circular. Es importante señalar que, según el psicólogo social Dr. Juan García, “el desorden en espacios públicos no solo refleja una falta de control por parte de las autoridades, sino que también fomenta comportamientos desviados en individuos que sienten que pueden actuar sin consecuencias”.

Por otro lado, es imperativo que las autoridades no permitan en ninguna circunstancia que estos grupos continúen creando barreras infranqueables para quienes intentan circular libremente por las vías públicas. Esta aglomeración no solo provoca grandes embotellamientos, sino que también genera una sensación de inseguridad para cualquiera que se atreva a transitar por la zona. Según la socióloga Carmen Pérez, “la percepción de inseguridad en áreas urbanas no solo impacta la movilidad, sino que deteriora el tejido social, haciendo que las personas se sientan cada vez más desconectadas de su comunidad”.

Lo más alarmante es que este lugar se ha convertido en refugio de todo tipo de individuos, incluidos delincuentes y narcotraficantes, que encuentran en el desorden la oportunidad perfecta para operar con total impunidad. Por consiguiente, las calles han sido tomadas por el crimen, con tráfico de drogas, robos y otros actos delictivos que se realizan a plena luz del día, sin temor alguno a las autoridades. Como advierte el criminólogo Dr. Rafael Rodríguez, “cuando el estado de derecho se ve debilitado, los elementos criminales encuentran un ambiente propicio para operar, incrementando así los niveles de violencia e inseguridad”.

Lo más indignante de esta situación es la actitud de la Policía Nacional, que parece hacer la vista gorda ante este desastre. A pesar de la evidente peligrosidad y caos que reinan en la zona, las autoridades policiales brillan por su ausencia o, peor aún, se muestran indiferentes mientras el desorden y la criminalidad se apoderan de las calles. En consecuencia, esta falta de acción no solo pone en peligro la seguridad de los ciudadanos, sino que también envía un mensaje de impunidad a quienes se aprovechan de la situación.

El impacto en la comunidad es devastador. Los residentes y comerciantes de la zona viven con miedo, preocupados por la seguridad de sus familias y negocios. Así, el tránsito se paraliza durante horas, afectando la movilidad y productividad de quienes dependen de estas vías para su sustento diario. El caos y la inseguridad generan un ambiente de tensión constante, donde un simple desplazamiento se convierte en una odisea.

Es evidente que se requiere una acción inmediata y decidida por parte de las autoridades para desmantelar este foco de inseguridad. En este sentido, se necesitan medidas contundentes, que incluyan la regulación estricta del tránsito de motocicletas en la zona, un aumento significativo de la presencia policial y la implementación de operativos constantes para desarticular las redes delictivas que operan en el área. Santiago no puede seguir siendo rehén de la delincuencia y el desorden, mientras la Policía Nacional permanece indiferente.

Finalmente, el puente de la avenida 27 de Febrero en Pueblo Nuevo se ha convertido en un símbolo del desorden y la inseguridad en Santiago. La aglomeración de motoristas y la presencia de elementos delictivos, sumado a la inacción de la Policía Nacional, representan una amenaza que no puede ser ignorada. En definitiva, es momento de que las autoridades y la sociedad en su conjunto tomen medidas para recuperar este espacio y devolver la tranquilidad a quienes viven y transitan por la zona.

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