Washington D.C. — En una votación marcada por la polarización política, la Cámara de Representantes de Estados Unidos aprobó un proyecto de ley que propone cambiar el nombre del Golfo de México por el de Golfo de América, una medida impulsada por el ala más conservadora del Partido Republicano y respaldada por la administración del expresidente Donald Trump.

La iniciativa, que fue aprobada por 211 votos a favor frente a 206 en contra, fue presentada por la congresista Marjorie Taylor Greene, una figura habitual en las propuestas más nacionalistas del Congreso. La legislación exige a las agencias federales actualizar todos los mapas oficiales y documentos gubernamentales con el nuevo nombre en un plazo de seis meses.
Este proyecto de ley, aunque aprobado en la Cámara Baja, debe ahora ser debatido en el Senado, donde su futuro es incierto. Cabe señalar que la medida no tiene carácter internacional, por lo que no obliga a otros países a adoptar el nuevo nombre propuesto.
La propuesta fue antecedida por una orden ejecutiva firmada por Donald Trump en su primer día de regreso al cargo, en enero, como parte de una serie de medidas destinadas a reforzar el «orgullo nacional» y la «soberanía territorial». Según Greene, el objetivo del cambio es “proteger las rutas marítimas estratégicas que son vitales para el comercio
estadounidense”.
La decisión ha generado reacciones divididas, incluso dentro del mismo Partido Republicano. El congresista Don Bacon, también republicano, criticó la medida duramente calificándola de innecesaria y poco seria. “Somos los Estados Unidos de América, no necesitamos imitaciones del nacionalismo simbólico de la Alemania del káiser o la Francia napoleónica. Esto parece sacado del segundo año de secundaria”, declaró.
Desde las filas demócratas, la reacción fue aún más tajante. La representante Mary Gay Scanlon tildó la propuesta de “la ley más absurda” que ha visto en sus seis años en el Congreso, acusando a los republicanos de distraer al país con simbolismos en lugar de abordar los problemas reales de la ciudadanía.
Greene, por su parte, defendió su iniciativa como “una de las cosas más importantes” que ha promovido desde su llegada al Congreso, y acusó a los demócratas de “hacerle el juego a los cárteles mexicanos” por oponerse al cambio.

El debate sobre el cambio de nombre del Golfo pone en evidencia el clima de tensión ideológica que atraviesa el Congreso estadounidense, donde propuestas de alto contenido simbólico continúan generando divisiones profundas. A la espera del pronunciamiento del Senado, el tema ya ha suscitado debate en medios, redes sociales y foros internacionales, que cuestionan tanto la viabilidad como la motivación real detrás de una decisión de este calibre.