Brasilia. – El expresidente de Brasil, Jair Bolsonaro, de 70 años, ha sido dado de alta este domingo tras permanecer internado durante 22 días en un hospital privado de la capital brasileña, donde fue sometido a una compleja cirugía intestinal. La intervención fue la sexta desde que en 2018 sufriera un atentado con arma blanca durante un acto de campaña. A su salida del centro médico, Bolsonaro fue recibido por una veintena de simpatizantes, ante quienes reafirmó su compromiso político: “Mi próximo desafío es continuar con la marcha pacífica por la amnistía humanitaria el próximo miércoles, 7 de mayo”, declaró.
La manifestación, convocada en Brasilia, tiene como objetivo presionar al Congreso para que conceda una amnistía a los condenados por la invasión a las sedes de los tres poderes el 8 de enero de 2023, un episodio que marcó la democracia brasileña y por el que decenas de personas han recibido penas de prisión. Aunque Bolsonaro expresó su respaldo al evento, el equipo médico que lo atendió, encabezado por el doctor Cláudio Birolini, advirtió que el expresidente no debe exponerse a grandes aglomeraciones durante al menos tres o cuatro semanas. “Las recomendaciones médicas son claras: debe evitar actividades públicas por ahora”, enfatizó Birolini en declaraciones recogidas por Folha de S.Paulo.
Durante su breve intervención ante los medios a las puertas del hospital, Bolsonaro criticó al Gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva por haber acogido recientemente a Nadine Heredia, esposa del expresidente peruano Ollanta Humala, quien solicitó asilo en Brasil tras ser condenada por corrupción en el marco del caso Odebrecht. El exmandatario comparó esa acogida con el caso de Débora Santos, una peluquera sentenciada a 14 años de prisión por realizar una pintada durante la intentona golpista de enero de 2023. Santos se ha convertido en un símbolo para el bolsonarismo, que la considera una víctima del “exceso de rigor judicial”.
Esta hospitalización se produjo apenas días después de que Bolsonaro liderara una multitudinaria concentración en São Paulo en favor de la amnistía, evento que marcó su regreso a la escena pública. Poco después, tuvo que suspender una gira política por el noreste del país debido a intensos dolores abdominales. Fue trasladado de urgencia a Brasilia, donde se le diagnosticó una oclusión intestinal parcial que requirió una intervención quirúrgica de más de 12 horas.
El expresidente, actualmente inhabilitado para ejercer cargos públicos hasta 2030 por decisión del Tribunal Superior Electoral, enfrenta un complejo panorama judicial. Será juzgado próximamente por su presunta implicación en una trama para intentar revertir los resultados de las elecciones de 2022, en las que fue derrotado por Lula. Pese al cerco judicial y su inhabilitación, Bolsonaro sigue ejerciendo de facto como líder de la oposición conservadora brasileña.
Coincidiendo con su alta médica, se espera este lunes la visita a Brasilia de David Gamble, coordinador de sanciones del gobierno estadounidense. Según adelantó Eduardo Bolsonaro, hijo del exmandatario y figura clave del bolsonarismo en el exterior, Gamble sostendrá reuniones con parlamentarios brasileños para abordar, entre otros temas, el papel del juez Alexandre de Moraes, responsable de la investigación contra Bolsonaro por su supuesta implicación en los hechos del 8 de enero.
Durante su estancia en el hospital, Bolsonaro no abandonó del todo la vida pública. Se mantuvo activo en redes sociales, incluso desde la unidad de cuidados intensivos. Publicó vídeos de sus sesiones de fisioterapia y momentos íntimos como la retirada de la sonda nasogástrica. Uno de esos vídeos, publicado en TikTok, superó los 15.000 comentarios, reflejo del fuerte vínculo que conserva con su base de seguidores.
El expresidente reafirma así su voluntad de mantenerse en el centro del debate político, incluso desde la convalecencia, y continúa impulsando su agenda conservadora a pesar de los crecientes desafíos legales y de salud.
